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La Cañada en el enclave agroexportador.

Tharexikua

Por: Jesús Janacua Benites*.


Las barrancas, al igual que el río Duero, estaban infestadas de plástico de macrotúnel y acolchado, residuos agrícolas plásticos de los que la empresa no se hizo cargo y los dejó al abandono. Se veía que tenían, por lo menos, dos años ahí, enterrándose, deslavándose, partiéndose en mil pedazos que luego iban a dar al río Duero, a las casas, a las calles. Había infinidad de botes de plaguicidas, herbicidas, insecticidas con nombres raros, Lucaquat 25, Lucathion 1000- E, Diazinon232, Fosfuro de aluminio, Hipoclorito de sodio al 13%, Ácido sulfúrico al 98%, etcétera, etcétera, etcétera… algunos de ellos con dibujitos de calaveritas a un costado y advertencias que se antojan, en mucho, fatídicas: “se recomienda quemar la ropa después de usar este producto”, “en caso de ingerir, se recomienda visitar al médico, la rapidez es un factor esencial”, “Mortal si se inhala”, “Mortal en caso de ingestión”, “Puede ser nocivo por el contacto con la piel”, “Al final de la jornada de trabajo báñese y póngase ropa limpia”. Al verlos, sólo surgía una pregunta: ¿Cómo puede ser que nuestros alimentos estén llenos de estos químicos? O peor aún, ¿cómo puede ser posible que estos químicos vayan a dar a las manos de las familias, de las mujeres, de los ancianos, de los niños?






Los había de muchos colores: azules, blancos, verdes, rojos, los había hasta negros. Algunos estaban sellados con su tapa pero otros, la mayoría, no. Sólo estaban ahí, al sol, al viento, expuestos al aire que arrastraba sus restos hacia todos lados, a nuestras narices, a nuestra boca, a la boca de los niños y ancianos. La gente los comía y los bebía, eran el sustento, el pan de cada día. Las madres, inocentes al fin y al cabo, los llevaban del trabajo a su casa, los traían en sus ropas, los traían en sus manos, en sus cabellos.

La agricultura industrial de fresas y arándanos no solo estaba envenenando el suelo y el agua de la comunidad, al envenenar el suelo y el agua estaban envenenando a la gente. Parece que la plaga que más se combate en el cultivo de la fresa no solo es la araña roja, al parecer también somos los mexicanos, los p´urhépechas, los otomíes, los mazahuas, los mayas, los zoques que cultivamos las fresas acá, en México o en el Valle de San Quintín, en nuestras tierras lejos de las tierras de Estados Unidos, allá, en el otro lado, sólo disfrutan el sabor de las frutillas rojas que se producen acá en México. ¡Good fruit, great taste!, dicen. Así, mientras ellos disfrutan, acá morimos envenenados porque de un tiempo para acá la legislación estadounidense en el uso de plaguicidas ha obligado a dejar de lado los agroquímicos no muy tóxicos pero sí muy persistentes por otros mucho menos persistentes pero más tóxicos. Sí, la gente muere tratando de vivir, trabajando en el surco.

La expansión geográfica del cultivo de berries en el país y en el estado de Michoacán ha experimentado un incremento que se relaciona de manera estrecha con el boom de los precios de las materias primas a inicios del 2005 (Bartelt, 2019), a partir de ahí se aprecia un incremento tanto en las hectáreas de cultivo como en las toneladas de producción anuales. Según la información vertida en el Atlas Agroalimentario del año 2018, de la extinta Secretaría de Ganadería, Agricultura y Desarrollo Rural, en el 2017 se produjeron a nivel nacional 658, 436 toneladas de frutos rojos, específicamente fresa, de las cuales 484, 936 toneladas, es decir, el 73.6 porciento de la producción nacional corresponden solamente al estado de Michoacán seguido de estados como Baja California con una producción de 91, 660 toneladas y Guanajuato con 57, 667 toneladas de fresa cuyo principal mercado de destino es Estados Unidos[i].



Incremento de la superficie del cultivo de fresa en el estado de Michoacán. Fuente: elaboración propia con información del Sistema de Información Agroalimentario y Pesquero.



De manera que de un tiempo a la fecha es cada vez más común ver por la carretera federal No. 15, camiones amarillos, generalmente de origen estadounidense que ahora funcionan para el traslado de los y las jornaleras agrícolas que trabajan en los campos de fresa, arándano, zarzamora, frambuesa instalados en Zamora, Jacona y Tangancícuaro pero que de unos años a la fecha se han extendido también a la región p´urhépecha de la Cañada de los Once Pueblos entre muchas otras regiones del estado por lo que en varias comunidades se han instalado ahora los macrotúneles y acolchados plastificados propios de la agricultura protegida.

Esta dinámica de expansión territorial del capital agroexportador (Harvey, 2004), está ocurriendo conforme algunas características y requisitos, tanto geográficos, como edafológicos pero también políticos y económicos lo permiten pues, si bien en México se producen berries desde mediados del siglo XX, es a partir de la segunda mitad de la primera década del presente siglo que el boom a nivel mundial ha incidido también en el incremento de zonas de cultivo en el estado de Michoacán.

Históricamente, la Cañada de los Once Pueblos se ha caracterizado por ser una región altamente productiva en términos agrícolas, lo que también ha significado diversos embates contra los modos de vida de las comunidades, embates originados por agentes externos. Como lo hace notar Guillermo Bonfil Batalla (1987), con la Conquista española se introdujeron drásticos cambios en los modos de vida de las comunidades indígenas a lo largo y ancho de la geografía de lo que hoy es México lo que incluyó cambios en la alimentación pues hubo una sustitución de cultivos tradicionales, por ejemplo, el trigo sustituyó en muchos lugares al maíz y a la milpa para garantizar el abasto de harina, tan importante en la dieta de los conquistadores españoles y la Cañada de los Once Pueblos fue uno de estos lugares en los que se sustituyó el maíz por el trigo.

A una altura aproximada que va de los 1770 metros sobre el nivel del mar en su parte más baja a los 2120 metros sobre el nivel del mar en su parte más alta, la Cañada de los Once Pueblos se encuentra en la región noroeste del estado de Michoacán y se llega por la carretera federal No. 15, construida en tiempos del general Lázaro Cárdenas y que conduce de Morelia a Zamora o de Zamora a Morelia, según el sentido en que se conduzca. La bienvenida se la da a uno el cerro de La Marita y el Cerro Grande, T´arhe Juata, que al fondo de la comunidad de Carapan se elevan sobre sus faldas ofreciendo un espectáculo de tierras verdes en tiempos de lluvias y deslavadas y grises en tiempos de estiaje. La comunidad de Santo Tomás se encuentra ubicada en esta región además de las comunidades de Carapan, Tacuro, Ichán, Huáncito, Zopoco, Acachuén, Tanaquillo, Urén, Chilchota y Etúcuaro, aunque esta última no pertenece ya al municipio de Chilchota sino al municipio de Tangancícuaro, se puede decir que en el imaginario colectivo, formado por cientos de años de historia y práctica, sigue considerándosele parte de la Cañada.

La Cañada de los Once Pueblos es una de las cuatro regiones que componen el territorio p´urhépecha además de la Meseta p´urhépecha, la región lacustre del lago de Pátzcuaro y la Ciénega de Zacapu. Es, además, una región de una gran riqueza natural pues en su territorio se encuentran parte de los cincuenta y dos manantiales de agua de los que se forma el río Duero. Perteneciente a la cuenca hidrológica forestal RH 12 Lerma Santiago, el río Duero[ii] nace en tres ojos de agua en la parte alta de la Cañada, en la comunidad de Carapan: Itsï Sapichu, Ostácuaro y Kuinio[iii], cuyas aguas surcan por toda la Cañada hasta llegar al Lago de Chapala en el estado vecino de Jalisco.

El río, otrora de gran cause, ahora se encuentra disminuido por la tala clandestina en la parte alta de la Cañada y en la Meseta p´urhépecha con lo que se afecta la captación e infiltración de agua a los cuerpos subterráneos que después dan lugar a nacimientos de agua en otras latitudes del estado como el río Cupatitzio en Uruapan y los manantiales en la Cañada de los Once Pueblos (Ávila, 1996).

Sin embargo, a pesar del deterioro todavía es posible en la actualidad, encontrar a las mujeres que acuden al río a lavar la ropa y el nixtamal que han de llevar a moler a los molinos y luego a sus casas para elaborar diversos platillos típicos regionales elaborados a base de maíz como las chapatas, los nacatamales, las corundas o los uchepos; otras más lavan la ropa de su familia que transportan en cubetas o en chiquihuites mientras los niños juegan en las aguas del mítico río salpicándose agua o nadando en las charcas más profundas que todavía es posible encontrar en las orillas del ahora ya disminuido río.

En este mítico río se originó en algún momento de la historia de la Cañada la introducción masiva de la agricultura industrial que ha transformado el paisaje antes conformado por parcelas de cultivo tradicional como el trigo, la avena o las milpas de maíz, calabaza y frijol que los comuneros cultivaban en sus tierras comunales para el autoconsumo o venta en un paisaje donde ahora cada vez con mayor frecuencia reina el plástico blanco de los macrotúneles agrícolas, las cintillas plásticas para riego y los acolchados para las camas de frutos rojos. También atrás en la historia van quedando cada vez más los hornos de tabique que mañana y tarde coloreaban el paisaje con el vapor de agua para la cocción del tabique o las tejas y diversas artesanías elaboradas a base de barro como los cántaros y vasijas de la comunidad de Ichán.

En un primer momento, esta característica de abundante acceso al agua corriente a nivel superficial en la Cañada atrajo el proyecto de producción de aguacate, introducido por Natalio Vázquez Pallares en la década de los setenta y para lo cual se construyó una red de canales de riego que actualmente todavía funciona. Dicha red, según testimonio oral de algunas personas entrevistadas, se continuó usando en los principios del cultivo de los frutos rojos que en el caso de la Cañada de los Once Pueblos se remonta a aproximadamente diez o doce años.

Esta abundancia de agua, además del clima mayoritariamente subhúmedo con lluvias en verano, le da una característica muy importante a la Cañada y la hace muy atractiva para la ejecución de proyectos de agricultura industrial ante los ojos de los agroempresarios, que parecen estar siempre a la caza de las mejores tierras pues el suelo es, junto con el agua, los elementos más importantes para la producción agroindustrial y en la Cañada y en Santo Tomás el suelo presenta características que lo hacen sumamente atractivo para la producción agropecuaria por estar constituido principalmente de vertisol y andosol, suelos que son de vocación agrícola y forestal respectivamente.

De manera que la Cañada de los Once Pueblos y, con ella la comunidad de Santo Tomás, se encuentran en una ubicación geográfica que le convierte en un enclave o territorio muy atractivo para la producción agrícola industrial. La infraestructura vial, aeroportuaria y portuaria favorecen tanto la entrada de los insumos importados como la venta y exportación al mercado internacional de las materias primas producidas en el país, incluidas las berries.

La carretera federal No. 15, construida durante el sexenio del general Lázaro Cárdenas, atraviesa la Cañada, de manera que conduce de la ciudad de Zamora hacia la ciudad de Morelia uniendo el oriente con el poniente del estado y conectándose con la carretera federal No. 37 que conduce hacia la ciudad de Uruapan. Por si fuera poco, la Cañada se conecta también con la autopista de Occidente y ésta con la autopista Siglo XXI, que conecta la ciudad de Guadalajara con la ciudad de México y Querétaro, mientras que la Siglo XXI, conecta con la ciudad de Morelia con la ciudad de Uruapan y Lázaro Cárdenas.



Ubicación geográfica de la comunidad de Santo Tomás y la Cañada de los Once Pueblos en referencia a la infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria del país.



Esta infraestructura vial, cuya construcción inició a mediados del siglo pasado, permite tener conexión con la infraestructura de entrada y salida del país. El aeropuerto Miguel Hidalgo y Costilla, de la ciudad de Guadalajara, el José Ma. Morelos y Pavón, de la ciudad de Morelia, el Benito Juárez de la Ciudad de México, el Ignacio López Rayón de la ciudad de Uruapan y el aeropuerto Lázaro Cárdenas, de la ciudad costera, aunque éste último es más bien de carácter nacional, permiten la exportación de las materias primas producidas en el interior del país, incluidas las berries producidas en la región de la Cañada de los Once Pueblos.

Como ya mencionamos, a las condiciones climatológicas, edafológicas e infraestructurales, habría que sumar cantidad de mano de obra disponible de las comunidades de la Cañada. Según la información del Plan de Desarrollo Municipal de Chilchota (2015- 2018), cabecera municipal, se ha registrado un incremento en la población de la Cañada de los Once Pueblos, lo que indicaría también un incremento en la necesidad de empleo y en general una carencia de alternativas de empleo lo que en conjunto con el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos durante la administración de Donald Trump, ha favorecido a las empresas agroproductoras industriales al proveerles un excedente de mano de obra.

Con todo, todas estas transformaciones socio- territoriales han sido el resultado de un conjunto de políticas públicas que han facilitado la expansión capitalista del cultivo de berries en el estado y en el país. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado entre México, Estados Unidos y Canadá, supuso una serie de reformas constitucionales, que Armando Bartra (2016) denomina más bien reformas privatizadoras, siendo la reforma al artículo 27 constitucional una de las más importantes pues modificó los regímenes de tenencia de la tierra, siendo la tenencia colectiva de la tierra, es decir, ejidal y comunal, la forma de tenencia que en primer lugar tenía que aperturarse a la enajenación de tierras para lo cual el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE), fue fundamental pues, como sostiene Roger Bartra (1974), tanto la propiedad privada como la propiedad colectiva de la tierra bloquean el desarrollo del capitalismo como modo de producción hegemónico.

En la Cañada, según la investigación realizada por Carmen Ventura Patiño (2019), para la certificación de tierras y solares las comunidades necesitaban contar con la carpeta básica, de las once comunidades de la Cañada, seis no cuentan con carpeta básica y de las cinco que sí cuentan con la carpeta básica, tres ya fueron certificadas, entre las que está la comunidad de Santo Tomás.

Entre algunas de las razones por las que las comunidades aceptaron entrar al programa de certificación se encuentra el condicionamiento de programas y apoyos federales pues si bien la medición y certificación parcelaria estaban establecidos con carácter voluntario, lo cierto es también que se volvió “un requisito indispensable para acceder a otros programas gubernamentales: y para los ejidatarios y comuneros supone la legalización y el control sobre la tierra, proporcionando autonomía” (Cárcar, 2013)

La comunidad de Santo Tomás Santo Tomás es una de las cinco comunidades de la Cañada de los Once Pueblos que tienen carpeta básica (resolución presidencial, acta de posesión, deslinde y plano definitivo) y una de las tres que aceptó la medición y certificación de su zona parcelada por lo que fue certificada el 18 de septiembre del 2000, cuando todavía operaba el PROCEDE (Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares, lo que la convirtió en una comunidad de derecho. Aunque la comunidad obtuvo su carpeta básica en el 2000, fue hasta el 2011 que midió y certificó su zona parcelada lo que, a decir de Ventura Patiño (2019), ha traído como consecuencia el que algunos comuneros piensen que con el certificado pueden disponer libremente de ellas, vendiéndolas o rentándolas sin el consentimiento de la asamblea comunal por lo que casi inmediatamente después de certificar la zona parcelada la comunidad comenzó a rentar las tierras a la empresa Agrícola Superior de Jacona.

Como se ve, la Cañada y Santo Tomás, se encuentran en un enclave que facilita la producción industrial de materias primas o commodities pues tanto las características edafológicas, como la textura del suelo, el acceso al agua y el clima, además de la abundante mano de obra que proporcionan las comunidades indígenas de la Cañada infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria permiten que la región se sume a Tangancícuaro, Zamora y Jacona, como parte del enclave productor de berries por excelencia a nivel nacional.

Bibliografía.

Aguilera, Ma. S; Buenrostro, O (2005) Contaminación. En Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente (2005) La biodiversidad en Michoacán. México: Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad/ Gobierno del Estado de Michoacán/ Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Ávila, P. (1996) Escasez de agua en una región indígena. El caso de la Meseta Purépecha. México: El Colegio de Michoacán.

Bartelt, D. (2019) Naturaleza y conflicto. La explotación de recursos en América Latina. México: Editorial Foca.

Bartra, A. (2016) Las milpas de la ira. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Bartra, R (1974) Estructura agraria y clases sociales en México. México: Editorial Era/ UNAM.

Bonfil, Guillermo. (1987) México profundo, una civilización negada. México: DeBolsillo.

Cárcar Irujo, Ana Isabel. (2013). Las reformas agrarias en México y los proyectos de desarrollo rural en un municipio del estado de Veracruz. Nómadas, revista crítica de ciencias sociales y jurídicas. 38(2).

Harvey, D. (2004) La condición de la posmodernidad. Investigaciones sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires: Amorrortu.

Rubio, Luis (1993) ¿Cómo va a afectar a México el Tratado de Libre Comercio? México: Fondo de Cultura Económica.

Ventura-Patiño, María del Carmen. (2019). Tierras comunales, regulación agraria y el costumbre en La Cañada de los Once Pueblos en Michoacán a principios del siglo XXI. LiminaR17(2), 67-84. https://dx.doi.org/10.29043/liminar.v17i2.681

  1. [i] Investigadores como Luis Rubio (1993), piensan que factores como la frontera con Estados Unidos y su posición geográfica intermedia entre los países de la cuenca del pacífico y la comunidad europea son características que “hacen de México uno de los países con mejores posibilidades para establecer una estrategia de inversión global que permitirá la atracción de capitales provenientes de las más diversas regiones del mundo.” (1993, 36) [ii] Ya en 2005 el río Duero se contaba entre los tres ríos más contaminados además de los ríos Grande de Morelia y el Lerma. Entre las causas de esta contaminación se cuentan los grandes volúmenes de aguas residuales tanto de origen doméstico como industrial, las aguas de retorno agrícola, las actividades pecuarias y los lixiviados de los tiraderos municipales (Aguilera y Buenrostro, 2005) [iii] Evidencia narrativa sostiene que originalmente eran cinco los manantiales que daban origen al río Duero en la comunidad de Carapan pero actualmente sólo se conservan tres.


*Jesús Janacua Benites, es psicólogo y maestro en filosofía de la cultura por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, actualmente cursa el doctorado en Desarrollo Rural en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.

Correo electrónico: jjanacua@hotmail.com

 
 
 

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