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La identidad del pueblo momozca. Segunda aproximación.

Tharexikua

Por: David Cilia Olmos*.


Ya vimos que el poblamiento de lo que hoy es el territorio de Milpa Alta se debió haber dado como parte de la cultura del Anáhuac, esto es, de la civilización náhuatl. La pregunta ahora es: ¿Qué es lo que determina en la actualidad la identidad del pueblo momozca?

A principios del siglo XX, como lo deja ver Fernando Horcasitas (1974), prácticamente mas del 90% de la población de Milpa Alta era monolingüe en náhuatl y las únicas personas no originarias eran algunos curas, profesores y comerciantes que se habían avecindado principalmente en Villa Milpa Alta. El hablar lengua náhuatl permitía distinguir fácilmente quién era originario y quién no, pues todos los náhuatl hablantes (salvo alguna posible excepción de náhuas de otro origen que hayan inmigrado al territorio, en cuyo caso también serían avecindados) eran descendientes de la república de indios que la Corona Española había reconocido y cuya propiedad de tierras y aguas había sido titulada a perpetuidad a lo que antes fue conocido como pueblo momozca. Por lo tanto, podemos decir que en Milpa Alta al principio del siglo XX ser originario implicaba ser parte del pueblo momozca, ser hablante de náhuatl, ser copropietario de los bienes comunes reconocidos por el Estado en la época colonial y ser considerado por los demás como indio o indígena.




Ya más avanzado el siglo XX, con motivo del movimiento armado iniciado con el Plan de Ayala, entre 1911 y 1919, los habitantes de los pueblos comuneros de Milpa Alta fueron expulzados por las fuerzas de Venustiano Carranza de su territorio ancestral, algunos se refugiaron en municipios de la Ciudad de México y otros en localidades del Estado de México y Morelos. Tanto los exiliados, como los que se sumaron a los diversos contingentes del Ejército del general Emiliano Zapata y se mantuvieron levantados en armas hasta el final del conflicto, paulatinamente regresaron a sus localidades y pueblos. No todos lo hicieron, ya que unos murieron en batallas o masacres y otros se asimilaron a las localidades en las que se vieron exiliados. Pero no hubo magia, todos los que regresaron seguían siendo originarios, coopropietarios de los bienes comunales y vistos desde fuera indios o indígenas.

El nuevo régimen establecido con la derrota de la revolución agrarista y el desarrollo de la sociedad capitalista nacional trajo a más profesores, más funcionarios y más comerciantes que igualmente se avecindaron en la región. La proporción originarios/avecindados varió ligeramente en favor de los segundos.

Unas décadas despues, durante el sexenio de Miguel Alemán (1946-1952), se empezó a desarrollar en la ciudad de México el paracaidismo1. A partir de los años setentas se dió la llamada “explosión demográfica” en todo el país, simultáneamente en Milpa Alta se dio el crecimiento del cultivo comercial del nopal, actividad que empezó a ocupar una gran cantidad de mano de obra foránea. En 1985 vino el terremoto del 19 de septiembre. Fue este último fenómeno el que detonó, primero de manera lenta, pero después rápidamente la inmigración en la Delegación Milpa Alta, la cual se convirtío en un polo de atracción para resolver problemas de vivienda. Por tanto, de 1985 para acá empezó a crecer exponencialmente en Milpa Alta la proporción de avecindados.

Los que a lo largo del siglo XX se fueron estableciendo en el territorio de Milpa Alta, no por hacerlo durante un tiempo prolongado, o porque sus hijos nacieran en el lugar, pasan a ser propietarios de esas 28 mil héctareas que la Corona española reconoció en propiedad al pueblo momozca, de la misma manera que si alguien renta o compra una habitación en un hotel no pasa a ser propietario del hotel, por mucho tiempo que pase, o por muchos hijos que tenga en ese lugar. En este sentido ser originario significa formar parte, o ser descendiente del pueblo originario de Milpa Alta, del pueblo momozca, dueño legalmente reconocido de su territorio ancestral.

Según el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, se considera pueblo indígena a aquellos cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distingan de otros sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos total o parcialmente por sus costumbres o tradiciones (o por una legislación especial) y a los pueblos que descienden de poblaciones que habitaban en una región en la época de la conquista o la colonización y que conservan sus instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas. Cualquier avecindado, o los hijos de estos nacidos ahí, no cumplen con esa condición, por tanto no son parte del pueblo originario en sentido étnico.

Si en 1985, por ejemplo, un matrimonio joven compró un terreno para habitar en San Pablo Oztotepec y 20 años después tuvo hijos o nietos, ellos en sentido geográfico son originarios de San Pablo Oztotepec, originarios de Milpa Alta, y por tanto san pableños y milpaltenses, pero eso no los hace parte del pueblo originario de Milpa Alta, del pueblo Momozca, porque este es una entidad jurídica reconocida por el Estado durante la colonia y reconocida por la legislación Internacional en la actualidad.

¿Qué es lo que determina ser momozca?

El desarrollo del modo de producción capitalista en el país logró la casi destrucción de la economía campesina originaria en Milpa Alta, por lo que la mayoría de su población debió asimilarse como jornaleros, obreros, empleados, intermediarios,comerciantes, o parte del aparato burocrático del Estado, a un modo de producción distinto. Así, el vínculo con la tierra y el modo campesino de procurarse alimento fue roto. ¿Al dejar de ser campesinos los habitantes de los 9 pueblos de Milpa Alta, dejaron de ser parte del pueblo Momozca?

Durante 8 o 10 años, a principios del siglo XX, el pueblo momozca tuvo que abandonar su territorio ancestral. Las tropas gubernamentales invadieron la Sierra Ajusco Chichinautzin y luego de numerosas masacres la población, casi en su totalidad, tuvo que retirarse de la región. ¿Desapareció el pueblo momozca, mientras estuvo en el exilio?

Entre las décadas de 1930 a 1990, mas o menos, la educación primaria obligatoria logró, transculturando a dos o tres generaciones, casi aniquilar el idioma náhuatl, la lengua materna del pueblo momozca, y lo sustituyó por el español. ¿Al perder su idioma el pueblo momozca dejó de existir?

Así como si Bill Gates no pierde sus propiedades si deja de hablar inglés, si cambia su lugar de residencia, o si deja de producir programas y servicios para computadoras, el pueblo momozca no pierde su propiedad ancestral por cambiar de idioma, por temporalmente exiliarse en otros lugares, por producir nopal en lugar de maíz, o por emplearse en otros lugares y actividades.

Para Paola López Caballero la “legitimidad autóctona” de los milpaltenses, se construye ( a su pesar) en la actualidad a partir de dos condiciones principales:

“… por un lado, una sobrevaloración del terruño en la representación del individuo que define su localidad como fuente principal de valor y de cohesión y, por otro, el vínculo entre el lugar y la población como una cuestión de sangre, de herencia, sobre todo frente a aquellos que no nacieron ahí” (2017: 194).

Paola López Caballero (2017: 201) encuentra que en Milpa Alta “estamos ante un nuevo fenómeno de alterización que subraya la importancia del terruño2” y que excluye “tanto a los indígenas mixtecos de Oaxaca como a los mestizos urbanos de la ciudad de México”.

Paola describe que en Milpa Alta “El lugar de nacimiento es reificado y exaltado como marca legítima de diferenciación”, lo cual se acerca mucho a la verdad, pero no resulta exacto. Lo que marca la diferenciación no es el lugar de nacimiento, sino la relación con el territorio, porque como ya vimos antes, el nacer en Milpa Alta no convierte a los hijos de avecindados en originarios. En cambio Paola López acierta completamente cuando señala que la definición de las personas pasa por la filiación y por los vínculos con el territorio (2017: 201). “Se trata de una manera de ser legítima que representa la permanencia a la comunidad –y en consecuencia el derecho al territorio-- como si se tratase de algo transmitible hereditariamente.” Y si, aunque Paola lo ve como un problema, en efecto, el territorio de Milpa Alta es algo transmitible hereditariamente3.

Sin embargo, no es porque tengan una “legitimidad autóctona”, para usar un término de Paola Lopez Caballero (2017: 201) que son propietarios de una determinada extensión de territorio. Es porque se mantienen como los herederos de ese territorio por lo que conservan uno de los lazos que les da identidad.

A diferencia de otros mecanismos de identificación que definen a los pueblos como indígenas, por la lengua que hablan, por sus vestimentas, construcciones, costumbres o por sus instrumentos precarios de producción, lo que define al pueblo momozca como tal en la actualidad, es la relación que tiene con su territorio, que se expresa materialmente en la lucha que ha dado por la defensa de su tierra y sus bosques.

Ciudad de México

7 de mayo de 2020.


*David Cilia Olmos es maestro y doctorante en Desarrollo Rural por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad académica Xochimilco.

 
 
 

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