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Paracho… un día domingo.

Jesús Janacua B.

Apenas despunta el alba, un poco por encima del Canenpakua, Paracho despierta y su gente comienza las labores diarias. Los guitarreros comienzan a preparar sus herramientas, adormiladas desde el día anterior y, refugiados en el calor que prodigan las maderas frías y un café caliente, prenden la radio para comenzar a construir las guitarras que ya le han dado la vuelta al estado, al país y al mundo.

Días aparte son los domingos, días que se aprovechan, entre otras tantas cosas, para estar con la familia, despertar tarde, ir a caminar al cerrito pelón y, también, para surtir el mandado, las frutas, las verduras, el cereal que las señoras, amas de casa, ocuparán a lo largo de la semana para preparar de comer a sus esposos, a sus hijos, a sus nietos.

En el pueblo se hacen dos tianguis, uno el jueves y el otro los días domingos. Es particularmente el tianguis del día domingo el que ha adquirido una importancia relevante dentro y fuera del municipio pues a él acuden tanto personas del propio pueblo como las propias comunidades y de municipios cercanos.

Apenas el templo, erigido en honor a San Pedro Apóstol, toca la primera llamada a misa de seis, los comerciantes ya han comenzado a instalar sus puestos, abarcando la plaza principal y las calles alrededor del centro.

Temprano, muy temprano, los cajeros del único banco del pueblo se abarrotan igual que las cajas de cambio cercanas a la plaza. La gente espera lo que sus familiares, del otro lado de la frontera, les mandan cada semana o cada quince días para comprar lo necesario. Se abarrotan también, las calles cercanas al centro de los autos y camionetas. Las calles no alcanzan y los estacionamientos tampoco. Los taxis tampoco se dan abasto, llegan así como se van a “dejar viajes” a las colonias más retiradas del centro: la colonia El Pino, la colonia el Arenal, Parachito, el Infonavit y a las comunidades cercanas como Aranza y Ahuiran.

Ya en 2001, Jesús Castillo Janacua en su Monografía de Paracho, relataba cuán grande era el tianguis de los domingos: “Paracho ha sido el centro de convergencia de las comunidades de la Meseta Tarasca, facilitando el intercambio comercial no solo entre los pueblos de la región; sino con otros como los corucheros (vendedores de pescado) de La Barca, Jalisco., sombrereros de Sahuayo, queseros de Cotija y Tlazazalca,… Los tianguis se realizan los días jueves y domingos y también son importantes los realizados durante las fiestas religiosas y la feria de la guitarra, entre otros…” (Castillo, 2001: 7)


Como hace notar muy bien Castillo Janacua, los días domingos la plaza principal y las calles aledañas de Paracho se pintan de colores donde se dan lugar comerciantes del mismo pueblo de Paracho pero también de comunidades cercanas como Urapicho, Cherán Atzícurin, Pomacuarán, Nurío, Quinceo, Capacuaro, San Felipe de los Herreros, y de lugares más lejanos como Zacapu, Erongarícuaro, Pichátaro, Santa Fe de la Laguna, Huecorio, Pátzcuaro y Quiroga.

Por lo anterior es posible encontrar un sin fin de mercancías por lo que no solamente es posible encontrar frutas y verduras sino toda una diversidad de productos necesarios para la vida diaria.

Huanengos, tazcales, rebosos, sombreros, cinturones piteados, chiquihuites, fajas para rollo, rollos, delantales, artesanías de madera, cerámica, barro, de chuspata o tule además de bálsamos milagrosos, hierbas y remedios herbolarios que algunas mujeres venden fuera del templo como gordolobo, gobernadora, cinco llagas, árnica blanca, hierba del sapo, cenicilla, laurel, té de tila, cola de caballo, paciflorina, siete azahares, cedrón, estafiate, prodigiosa, manzanilla y el imprescindible té de nuriten


El tianguis de los domingos también es un lugar para encontrar los condimentos y los ingredientes necesarios para algunos platillos tradicionales. Ingredientes cuyo origen, muchas veces, está en el ciclo agrícola reciente y que los comerciantes, campesinos de las comunidades cercanas, guardan y mercan los domingos. Hojas de elote que sirven para envolver tamales de harina y que después se acompañarán con atole de tamarindo o las hojas de maíz que después servirán para envolver tamales y se acompañarán se un buen caldo de churipo.

Paracho, es un centro de convergencia comercial y cultural. En su plaza, por sus calles transitan hombres y mujeres de distintas comunidades, de distintos tiempos que se permiten, así sea por un efímero encuentro, interactuar entre sí.

 
 
 

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