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Una aproximación a la identidad del pueblo momozca.

Tharexikua

Actualizado: 2 may 2020

Por: David Cilia Olmos*.





El Estado mexicano ha venido imponiendo a los pueblos indígenas un modelo de desarrollo nacional que pasa por el despojo de sus territorios y recursos naturales.

Hasta hace unas décadas era previsible que los pueblos originarios de Milpa Alta iban a terminar de perder su territorio ancestral frente al avance del modelo capitalista de producción y de intercambio, tal y como sucedió con la mayoría de los pueblos indígenas en la Ciudad de México. Con el estallamiento de la lucha comunal en la década de los setentas y con el establecimiento de políticas públicas diferentes en la Ciudad de México de 1998 en adelante, hoy cabe la esperanza de que eso no sea necesariamente así.

La identidad de los originarios de los pueblos comuneros de Milpa Alta ha sido determinante para la defensa del territorio. La propiedad comunal de Milpa Alta, especialmente el “monte” como espacio simbólico cultural, es un espacio estructurado por una cosmovisión ancestral que recuerda permanentemente a los habitantes de los nueve pueblos comuneros que no pueden dejar de verse a sí mismos como un solo pueblo originario y, al mismo tiempo, es estructurante de la identidad de sus habitantes. El territorio da a los habitantes de los nueve pueblos de Milpa Alta, una identidad y sentido de pertenencia que en muchos casos se sobrepone frente a otras identidades tales como ocupación, género, generación etárea, religión, nivel socioeconómico y adscripción partidista o política.

Pero ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de identidad de los nueve pueblos comuneros de Milpa Alta?

En un documento oficial, publicado por la Secretaría de la Reforma Agraria en 1984 encontramos:


De la traducción recogida por Don Juan Sánchez, escribano del gobierno durante el virreynato de Don Gaspar Zúñiga y por el año 1600, se sabe que el antiguo pequeño imperio de Malacachtepec Momozco, fue habitado por los Toltecas (…) con la llegada de nuevas tribus, el aumento de la población y la creciente disparidad socioeconómica en tan pequeña extensión, se ahogó el sector Totonaca (…) En Milpa Alta, los Chichimecas fueron los primeros pobladores, los cuales se asentaron cerca del manantial acopilco, se calcula que la llegada de este grupo al altiplano mexicano fue hacia el año 1117 (SRA 1984: 14)


Mientras en una tesis de 2004 se afirma que “Los chichimecas provenían de Amecameca y eran conocidos como momoxcas. Lograron dominar la región que era defendida por los toltecas, pero finalmente fueron sometidos por los aztecas (Espinoza 2004: 4).

Toltecas, chichimecas, totonacos, aztecas, amecamecos ¿Cuál es el origen de los habitantes originales de los 9 pueblos de Milpa Alta y que tiene que ver esto con su identidad?

No se termina de aclarar este punto cuando aparece Paola López Caballero (2017) quien va más allá y afirma que, en el caso de los pueblos de Milpa Alta, no nos encontramos frente a una identidad estrictamente étnica, esto es indígena, pues aunque la gente de Milpa Alta ha sido descrita como “aztecas modernos”, hoy en día se definen como originarios.

Tenemos un problema.: 􏰴􏱄López Caballero señala que el perfil del indígena debe entenderse como resultado de interacciones concretas insertas en relaciones de poder y dentro de un proceso más amplio de formación del Estado nación. Ella afirma que “la autoctonía de las poblaciones denominadas indígenas no es una cuestión de orígenes” (2017: 33), “no es la autoctonía de las personas lo que determina las relaciones sociales, sino por el contrario son las relaciones sociales las que determinan quien es indígena” (2017: 26), coincidiendo, tal vez sin querer, con la postura de Marx quien señala: “El modo de producción de la vida material determina el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia” (Marx 1989: 8). Derivada de sus reflexiones Paola se pregunta: “¿Puede la cultura continuar siendo entendida como un bien que se transmite de generación en generación?”(2017: 30).

Paola López Caballero argumenta, citando el trabajo de J. Friedlander, que “muchas tradiciones conocidas como indias en la actualidad eran reconocidas como españolas o hispanoamericanas en la época colonial y poscolonial” (2017: 27), por lo que “el origen supuesto, imaginado, descubierto, de cada grupo social no es considerado, en mi perspectiva, como fuente primera de explicación de su condición contemporánea, sino que se convierte más bien en el objeto por explicar” (2017: 29). “La autoctonía se refiere mucho más al presente en el que es practicada que a los orígenes a los que se le asocia” (2017: 34). Afirma que en Milpa Alta “Los documentos del siglo XVIII revelan un origen mítico católico y colonial, mientras que hoy en día este origen se concibe como prehispánico” (2017: 33). “La idea de que los indígenas contemporáneos son descendientes de civilizaciones prehispánicas y que estas representan un pasado glorioso es una innovación del siglo XX” (2017: 115). “Concebir la herencia prehispánica como rasgo constitutivo de las poblaciones designadas como indígenas no es una realidad objetiva… el lazo entre el mundo prehispánico y las poblaciones rurales y no hispanófonas, llamadas “indígenas”, es resultado mismo de la formación del Estado y la nación...” (2017: 115). Según esta idea “La etnicidad recubre el discurso de los grupos de interés en la lucha por captar los recursos del Estado”. (2017: 30).

Por su parte Iván Gomezcésar (2010) hace un recuento de las diversas interpretaciones sobre la historia fundacional del pueblo momoxca y encuentra que en los primeros estudios sobre Milpa Alta no hay ninguna referencia a su origen azteca y que es solo a partir de William Madsen que esto se menciona, aunque no se documenta. Dice Iván Gomescésar: “Donde se aprecia más claramente las debilidades del trabajo de Madsen es en el plano histórico. Comete numerosas inexactitudes y, al considerar a los milpaltenses como aztecas” Por lo que más adelante afirma “puede concluirse que la historia fundacional de Milpa Alta no es un dato dado” (Gomezcésar 2010: 61 y 68).


Entonces ¿Cuál es la identidad del pueblo momozca?

Con las aportaciones de Paola López Caballero, ya no solo se trata de dilucidar si son toltecas, chichimecas o aztecas los ancestros de los nueve pueblos comuneros, sino si en realidad estamos ante los herederos de un pueblo indígena, cualquiera que este sea.

Demostrar que la afirmación que señala a Milpa Alta como descendiente azteca no se encuentra documentada, o que los documentos que se presentan para ello no tienen un rigor historiográfico, tal y como lo hace Ivan Gomescésar, no es lo mismo que demostrar que los Milpaltenses originarios no son descendientes de los aztecas. Esta demostración solamente nos puede llevar a lo que él mismo concluye respecto a la historia fundacional: Aún “no es un dato dado”.

Demostrar que muchas costumbres y formas de organización que identificamos en la actualidad como “indígenas”, en realidad tienen su origen en la colonia o en el catolicismo; demostrar que hoy, a diferencia de otros momentos, el asumirse como indígena es funcional para recibir beneficios del Estado y en el caso agrario, para argumentar en favor de la propiedad común; o demostrar que la población de la comunidad de Milpa Alta no se asume como indígenas, sino como originarios; no comprueba que el pueblo de Milpa Alta no sea descendiente de un pueblo indígena.

Ciertamente el identificar al pueblo momozca como azteca, es tanto como identificar al pueblo español como musulmán o al pueblo francés como alemán. Esa clasificación apresurada se deriva del supuesto generalizado de que la historia de México inicia con una aguila y una serpiente. Esta premisa, heredada de la corta visión y unilateralidad de los conquistadores españoles, lleva afirmaciones tales comoque fueron los aztecas los que inventaron la agricultura de la milpa o las chinampas y a otras aberraciones, tales como la que hace poco identificaba una de las principales ramas lingüisticas prevalecientes en nuestro país como yuto-aztecas; las que calificaban el calendario mesoamericano como calendario azteca; y la explicación de que era para hacer sacrificios humanos, que los antiguos construyeron las numerosas pirámides mesoamericanas.

La herencia colonial redujo la historia de la Nueva España a la impresión que los españoles tuvieron al irrumpir en lo que hoy es México. Los criollos y más tarde las clases “ilustradas” mestizas, durante mucho tiempo construyeron sus aportaciones dejando de lado la parte previa al “imperio” azteca. Por este motivo la historia de México se sigue presentando como la aparición y desaparición misteriosa de grandiosas culturas, de las que se afirma no sabemos como se nombraban a sí mismos, qué lengua hablaban, de dónde vinieron o a dónde se fueron.

Este deslumbramiento por el momento de encuentro entre occidente y las naciones originarias de lo que hoy es México ha desenfocado el proceso de nacimiento de una de las grandes civilizaciones del mundo, la cultura de la Cuenca de México, de la que se tienen vestigios desde que se dedicaban a cazar mamuts, la que dejó la primera muestra de cerámica en Tlapacoyan, la que usó instrumentos de corte en Tepexpan, la que en Tlatilco desarrolló la agricultura y continuó con la domesticación del maíz, la que construyó Cuicuilco y mas tarde se reubicó en Teotihuacan, la que construyó las fortificaciones de Tula y Tenayuca para proteger la cuenca de México de las invasiones de la marea migratoria que venía del norte y la cual en la diáspora de Teotihuacan se nucleó en las ciudades Estado que encontraron los chichimecas cuando, 20 mil años despues del inicio de este proceso civilizatorio, llegaron a la cuenca de México. De esta cultura que surgió en el Anáhuac, y que construyó el idioma náhuatl, es que proviene originalmente el pueblo momozca.

Mil años antes de Cristo y dos mil años antes de que los llamados chichimecas rompieran las defensas de Tula e invadieran la cuenca de México, se empezó a construir la ciudad de Cuicuilco, que fue en su momento el más importante centro urbano de la cuenca de México. Diversos cálculos señalan que llegó a tener al menos 20 mil habitantes y ocupar una exensión de 400 hectáreas. Cuicuilco estaba directamente en contacto con otros sitios de la Cuenca de México, con ciudades de Morelos, Chupícuaro Guanajuato y con relaciones con la cultura Olmeca en el golfo de México.

El territorio ancestral del pueblo momozca se encuentra a tan solo 17 kilómetros del epicentro de Cuicuilco. Considerando que el hoy llamado valle de México sólo era una franja alrededor del lago, que crecía y decrecía anualmente dependiendo de las lluvias y la temperatura ambiental, y estando el territorio momozca a tres horas de camino a pie, es posible considerar la presencia de la cultura de Cuicuilco, de la cultura del Anáhuac, en el hoy territorio de los 9 pueblos de Milpa Alta. Cuando se afirma, por ejemplo, que “es con los aztecas en 1409, cuando la agricultura de la milpa empezó a desarrollarse en la región” (Torres 1991: 25) se obvian mas de 2000 años de la cultura del Anáhuac en la región.

El declive y posterior deshabitamiento de Teotihuacan llevó a la formación o crecimiento de otras ciudades Estado en la cuenca de México tales como Texcoco, Xochimilco, Chalco y Amecameca en el Sur Sureste de la cuenca. Particularmente Amecameca se mantuvo articulando el paso entre la cuenca de México y la región de Tepoztlán y otras ciudades del hoy estado de Morelos, aún despues de la erupción del Xitle y despues del colapso de Teotihuacan.

Es probable que el poblamiento de lo que es en la actualidad el territorio de la comunidad de Milpa Alta se haya dado desde Amecameca. De hecho, el nombre que adquiere el pueblo que en esos territorios se asienta, tiene que ver con dos matrices: Malacaxtepec y Momozco. La primera se ha interpretado como “Lugar Rodeado de Cerros”, y la segunda es posible que tenga que ver con Chalchi-momozco, que es el nombre con el que anteriormente se conocía a lo que hoy nombramos como Amecameca. Así, los ancestros de la Comunidad de Milpa Alta bien podrían ser nombrados como la gente que viene de Chalchi-Momozco (Amecameca) y que se hubica en torno al cerro Teutli que en ese lugar tiene la indudable figura de malacate náhuatl.

Que los primeros pobladores de Milpa Alta son de origen Tolteca podría tener algún sentido, si se entiende a los pobladores de Amecameca o Chalchimomozco como parte de la cultura del Anáhuac, en una sinécdoque donde se dice Toltecas, como una forma de nombrar la cultura del Anáhuac. Esto es, tanto los habitantes de Chalchimomozco, como los de Tula pertenecían a la civilización forjada en el Anáhuac, pero cuando llegan los chichimecas a las inmediaciones de la cuenca de México, no se encuentran con la cultura del Anáhuac en general, sino con los habitantes, constructores y defensores de Tula en lo particular. Cuando despues de romper las defensas de Tula, los primeros chichimecas se adentran a la Cuenca de México y llegan hasta su extremo Sureste, en Amecameca, se encuentran que tanto los habitantes de Tula, como de las demás ciudades Estado tienen la misma cultura y hablan el mismo idioma de quienes trataron de contenerlos en Tula, por tanto son nombrados “Toltecas”. Tambien podría tener algún sentido esta denominación como una metonímia de las últimas tribus chichimecas, que luego de la derrota militar de la gente del Anáhuac en Tula se establecieron durante un largo periodo en esa ciudad y aunque no eran los constructores, ni el pueblo originario de Tula se asumieron, o fueron asumidos por otros, con ese gentilicio, tal y como en ese mismo periodo, los chichimecas que se apoderaron de las ciudades Estado de la cuenca de México y se fusionaron con la clase gobernante local fueron conocidos como Tepanecas, Acolhuas, Xochimilcas, etc.

Así que se puede concluir que los primeros habitantes de lo que hoy es Milpa Alta son una parte de la civilización surgida en la cuenca de México, la que construyó Cuicuilco, Teotihuacan, Tula, Chalco, Amecameca, Xochimilco; que tenían lazos directos con Amecameca/Chalchimomozco, lo mismo que con otros pueblos situados en las inmediaciones de la sierra Ajusco Chichinautzin, desde Tepoztlán hasta Malinalco y Chalma, con los cuales conformaron un continuo cultural; que al igual que Amecameca sufrieron en el siglo XII y XII la invasión de diversas oleadas migratorias chichimecas hasta que finalmente terminaron siendo un señorío bajo la dominación de los aztecas, poco antes de la conquista española; que después de la conquista de Tenochtitlan y la derrota y aniquilación del gobierno azteca, fueron reconocidos como señorío y se le reconocieron sus tierras por la corona española.

Aunque ciertamente haya sido dominado temporalmente por los aztecas, no es exacto decir que Malachtepec Momozco es un pueblo azteca. Es más acertado decir que es un pueblo náhuatl, surgido a partir de la expansión hacia el Oeste de Chalchi-momozco, o Amecameca.

28 de abril 2020


Bibliografía.

-Espinoza Sauceda, Guadalupe. (2004). Tesis de Maestría. UAM Xochimilco. México

-Gomezcesar Hernández Iván. (2010). Para que sepan los que aún no nacen: Construcción de la historia en Milpa Alta. Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. México.

-López Caballero, Paula. (2017). Etnografía histórica de la alteridad en México (Milpa Alta, siglos XVII – XXI). Fondo de Cultura Económica. México.

-López Caballero. Paula. (2008). Científicos, artistas y nahuahablantes en Milpa Alta (DF. México), o cómo “forjar patria” fue también “forjar etnia” (1910-2005) en: Intelectuales mediadores y antropólogos y la reinterpretación de lo global en lo local México.

-López Caballero. Paula. (2012). Artistas, investigadores, informantes y modelos. Los actores de la producción social de la autoctonía en Milpa Alta. En Kummels, Ingrid (coor.) Espacios mediáticos. Cultura y representación en México, Berlin: Verlag Walter Frey.

-Secretaría de la Reforma Agraria. (1984). Coordinación Operativa del Programa de Catastro y Regularización de la Tenencia de la Tierra en Milpa Alta Distrito Federal. Mecano escrito. México,.

-Torres Lima, Pablo. (1991). El campesinado en la estructura urbana. El caso de Milpa Alta. UAM. México.


*David Cilia Olmos es maestro y doctorante en Desarrollo Rural en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad académica Xochimilco.

 
 
 

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